domingo, 15 de agosto de 2021

MIGRACIÓN, EDUCACIÓN Y COTIDIANIDAD ENTRE CHILE Y VENEZUELA

 

Delgado de Smith, Yamile; Rolando Smith Ibarra (2017)

MIGRACIÓN, EDUCACIÓN Y COTIDIANIDAD ENTRE CHILE Y VENEZUELA

Capítulo 113

Pp: 1271:1280

Universidad de Carabobo

 

Disponible en: http://mriuc.bc.uc.edu.ve/bitstream/handle/123456789/4300/tomo4.pdf?sequence=4

Resumen

Se analiza la migración a partir de los aportes que en materia educativa se asume como un aporte

del proceso de Venezuela como país receptor de migrantes chilenos. La investigación se apoya en

una profusa revisión de documentos. Este trabajo evidencia los nexos históricos entre Chile y

Venezuela. Ellos se ubican con sus primeros pobladores representados en Caupolicán y

Guaicaipuro, mapuches y caribes. También, en los idearios de sus precursores libertarios: Miranda,

Andrés Bello, Simón Bolívar, Simón Rodríguez, Bernardo O’Higgins, José Cortés de Madariaga,

el 'Tribuno de Caracas', por 1810; en las distintas misiones chilenas en Venezuela; la reciprocidad

histórica en defensa de la democracia; las enseñanzas de Rómulo Gallegos, Pablo Neruda, Violeta

de la Parra y Gabriela Mistral, así como la existencia de una comunidad chilena que tiene su asiento

permanente en Venezuela.

Palabras clave: Migración, educación, cotidianidad

 

Migración y la misión educativa chilena

La creencia legítima de construir un país docente ha estado presente a lo largo de la historia,

transitando los espacios y el tiempo bajo los auspicios de Don Andrés Bello, Simón Rodríguez,

las enseñanzas políticas y doctrinales de Simón Bolívar y Francisco Miranda, entre otros. Sin

embargo, no bastó la declaración de la educación gratuita y laica de Guzmán Blanco para hacer de

la educación un instrumento de libertad y de crecimiento de la ciudadanía, que abrazara el

propósito de construir una sociedad de la felicidad, forjada a partir de una educación que dé libertad

y oportunidad al desarrollo de la sociedad.

En este contexto de ideas, con la muerte del Dictador Juan Vicente Gómez, y la asunción al poder

de Eleazar López Contreras, se abrió un espacio de diálogo entre las fuerzas democráticas que

propugnaban un ideario educativo modernizante con capacidad para construir institucionalidad,

formación de formadores y dar los primeros pasos que permitieron construir una fuerza magisterial

comprometida con una Venezuela docente. Para tal propósito, siendo Rómulo Gallegos Ministro

de Educación, se propone gracias a Don Mariano Picón Salas, (1) Superintendente de educación,

la creación de un Instituto Pedagógico, para cuyo propósito se contrató los servicios de un

destacado contingente de educadores chilenos forjadores de una educación liberadora democrática

y justa.

Entre los integrantes de este prestigioso grupo de Chilenos se encuentran Oscar Vera, Juan Gómez

Millas y Eugenio González Rojas; todos ellos llegaron a ser Rectores de la Universidad de Chile,

y Horacio Aravena, quien llega a tener la Rectoría de la Universidad Técnica del Estado. Bélgica

Parra, Elena Moya, Aída Quiñones, Fresia Fierro, Viola Soto, Humberto Parodi (Director del

Instituto Pedagógico de Caracas en el año 1958), Humberto Fuenzalida, Humberto Díaz

Casanueva, Parmenio Yáñez, Roberto Munizaga y Daniel Navea.

Según el Decreto del 30 de septiembre de 1936, el Pedagógico “nace destinado a formar profesores

para la enseñanza secundaria normalista; a cooperar al perfeccionamiento del profesorado en

ejercicio; y a fomentar el estudio científico de los problemas educacionales y de la orientación

vocacional, y realizar investigaciones pedagógicas sobre educación, especialmente sobre

educación Venezolana” (Albornoz, 1986: 14).

Es decir, nace como el primer centro de altos estudios creado para abordar una problemática

específica del país y producir, a un tiempo, los conocimientos y los profesionales capaces de

enfrentarla. Tanto, que junto a él se creó el Liceo de Aplicación como el gran “laboratorio” para

esas nuevas ideas y técnicas educativas que se había propuesto generar. Así, todos los otros centros

de investigación con las honrosas excepciones del caso que se fundan después, pueden considerarse

hijos de este nuevo modo de creación, difusión y aplicación de conocimiento que se inicia en el

Pedagógico, o incluso, como sus hijos directos al ser en muchos casos fundados por sus egresados.

Por sólo señalar un ejemplo, de la Misión Chilena que se contrató para fundarlo, tenemos a Carmen

Moena Morales, iniciadora de los estudios sistemáticos de lingüística en Venezuela, y a Humberto

Fuenzalida, iniciador de la geografía moderna en el país (Piña-Daza, 1976: 25). (2).

La misión Chilena contribuyó con el país nacional al establecimiento de las escuelas

experimentales, tanto en el campo como en la ciudad, creación de liceos y escuelas graduadas,

establecimiento de bibliotecas, museos de Ciencias y de Bellas Artes en Caracas y la creación y

desarrollo de acciones formativas de formadores, como vía para disponer de hombres y mujeres

forjadores(as) de libertad, en democracia. Para indicarlo en términos de Simón Rodríguez, “para

tener República se requiere de republicanos”.

Esta misión recorrió el país nacional y del análisis de sus contribuciones destacamos la experiencia

de Doña María de Jesús Romero de Matute, en La Misión chilena, residente del estado Cojedes, a

268 Km de Caracas (Venezuela), catalogada para aquel entonces zona rural (1936), quien en

relación a la Misión chilena precisa que los maestros chilenos vivían en la escuela granja, y poco

se relacionaron socialmente en el pueblo; casi ni salían. Todos eran hombres y vestían igual:

pantalón y camisa de color beige y sombrero, indicando, dadas las características de la zona,

que cualquier lugar era bueno para aprender, con una pedagogía de respeto, activa y centrada en

valores (3).

Recorriendo el país nacional, la Misión chilena originaría la segunda oleada, centrada en la

universidad. Contribuyeron en forma decidida al desarrollo del magisterio, dándole al país las

armas pedagógicas e institucionales del desarrollo de una educación centrada en la democracia, su

socialización con ideas renovadas y activadoras de la responsabilidad con libertad y la libertad con

responsabilidad.

Migración, cotidianidad y las añoranzas por Chile

La integración de los chilenos a la cotidianidad tiene rasgos distintivos y derivados de la condición

de su presencia en el país. Es indudable que la presencia de ciudadanos chilenos expulsados y en

algunas oportunidades despojados de su condición de chilenos tuvo como distintivo permanente el

desarrollo acciones y actividades de corte político, integrando lo diverso a través de grupos y

asociaciones pro democráticas y guiados por la perseverancia de una apertura democrática como

ocurrió con las elecciones del año 1989 con el triunfo de Patricio Aylwin, candidato de la unidad,

de la concertación de los partidos por la democracia e implicó un proceso de retorno a Chile de sus

más connotados dirigentes.

Por otro lado una densa cantidad de chilenos que ingresaron al país por razones económicas y

familiares en búsqueda de alternativas de sustentabilidad se enraizaron en la cotidianidad, sin

perder su anhelo de un retorno a sus raíces. En ambos caso, gracias a la acción de la solidaridad

nacional y a sus capacidades organizativas en asociaciones o asambleas por la democracia,

costumbres y celebraciones se trasladaron en una suerte de interculturalidad manteniendo hitos

históricos chilenos en su esencia. Septiembre, mes de la patria, tienen en ese sentido una corriente

de afectos integrativos que une a los chilenos, donde los asados, las empanadas, la cueca de pat’ en

quincha y el jarro de vino pipeño permiten exacerbar el espíritu de su gentilicio por la celebración

de su independencia(18 de septiembre) además de las tradicionales fiestas de las Marías y del

Maestro y en una especie de no olvidar, la conmoración de la caída de Salvador Allende (11 de

septiembre), o recordar cómo cada seis años un 4 de septiembre se ejercía el derecho democrático

de elegir sus autoridades Nacionales (4).

El reencuentro permanente con las tradiciones forma parte de la cotidianidad del chileno en

Venezuela que expresa en distintos ámbitos entre los cuales resalta el académico,

sector salud e industrial, con una densa agenda cultural, con nostalgia por lo suyo y

rencontrada en la poesía, que permite por ejemplo en el clamor de los espacios vitales reivindicar

desde Venezuela en sus luchas contra los conquistadores la presencia de mapuches y

caribes reencontrados en la magia de Caupolicán y Guaicaipuro (5). Es la integración del chileno

al quehacer del trabajo y la protección familiar, no sin expresar la nostalgia de su terruño, expresado

en un canto íntimo de un exiliado al compatriota chileno de Teresa de la Torre cuando nos dice

“Necesidad y añoranza nos espolean día a día.... Conservamos las costumbres hasta donde más se

pueda adoptándonos un poco con la gente de cualquier tierra pero el corazón porfiado aquerenciado

en la nuestra” (6).

Unidos por el baile y la mesa

La Cueca es un baile del siglo XVIII y en Chile, desde el 6 de noviembre de 1979, es considerada

la danza nacional (7). Es el baile típico de Chile según Decreto (8) chileno. Y en Venezuela, grupos

de migrantes organizados lo enseñan. En la historia reciente destacan varias agrupaciones; Tierra

Larga fundada en el año 1994 y Voces del Sur en el año 2000. Las razones que dieron origen a

ambas agrupaciones es la idea de reproducir en Venezuela una de las manifestaciones culturales de

Chile. Se trata de un baile cuyas parejas tienen en sus manos un pañuelo que, al ritmo de la música,

se mueven en movimientos circulares.

El deseo de transmitir la enseñanza de este baile a personas venezolanas y mantener los nexos con

Chile, ha propiciado varias iniciativas a través de la embajada chilena. Por ejemplo, se lleva a cabo

en Venezuela, el campeonato nacional de Cueca. Quizás lo interesante de esta iniciativa es la

premiación a la pareja ganadora a quienes se les brinda el financiamiento para ir a Talca (9), ciudad

de Chile, para participar en el campeonato mundial de Cueca (10). El proceso de intercambio para

la enseñanza de este baile es de una riqueza que permite observar manifestaciones propias de la

migración cultural que en este caso es el baile como una expresión que se suma a otras; tal es el

caso de los sabores, aspecto éste al que se le dedica el siguiente segmento.

La alimentación de los chilenos tiene entre sus tradiciones varios platos: La cazuela, el pastel de

choclo y la empanada. En Venezuela, especialmente, la empanada ha tenido penetración en ese

intercambio que se da con la migración. Así, en diversas partes del país venezolano se encuentran

restaurantes en donde es posible encontrar las tradicionales empanadas chilenas elaboradas con un

guiso (11). Así, por citar ejemplos, en las ciudades de Caracas (12), Valencia (13), y Puerto La

Cruz (14), se encuentra “El Rincón Chileno”, un lugar para la degustación de comida chilena y

espacio de encuentro de los chilenos, especialmente en fechas patrias (15), como el 18 de

septiembre. Es de indicar que estos lugares son atendidos por migrantes chilenos y venezolanos.

El retorno necesario y la afirmación identitaria (ver nota 16)

Cuando han dejado de estar presentes las condiciones que provocaron el exilio, la consideración

del retorno se posesiona de cada uno de los instantes de la vida del exilado y adquiere fuerza de

convicción dependiendo de factores etarios y psicosociales.

Mientras más tiempo haya transcurrido desde la partida, mayores serán los elementos a considerar.

En entrevista realizada a tres de los miembros de una familia chilena, habitante del Municipio San

Diego, Valencia, estado Carabobo, la Madre, una señora de 79 años, con más de 35 viviendo en

Venezuela, dueña de una librería, propietaria de una quinta en una urbanización de clase media,

manifestó en relación a su posibilidad de volver a Chile: “Nosotros tenemos la vida hecha aquí,

qué voy a buscar a mi edad, ya arreglé lo poco que dejé allá, y no tengo tiempo para volver a

comenzar” (17).

Pese a que durante el tiempo que lleva en el país, fue abandonada por su esposo, y a que no suele

ser sociable y comunicativa con sus vecinos, no tiene intención de retornar a su patria. Sus hijos,

por otra parte, una médica egresada de la Universidad de Carabobo, y el otro, mecánico, aunque

no han perdido su marcado acento chileno, se reconocen como venezolanos, han formado familia

con nacionales y han creado lazos fuertes con la comunidad que los acogió.

No hay estadísticas del retorno desde Venezuela de los chilenos que emigraron al país a raíz de los

eventos políticos que dieron origen a la dictadura del General Pinochet, pero, en términos

generales, para cualquier inmigrante y su familia, el pensar en la posibilidad de volver a su país de

origen, los enfrenta a la disyuntiva de la construcción de la vida cotidiana, a la ruptura de los

nuevos lazos creados, a la incertidumbre económica o al miedo de revivir el pasado traumático.

De la información que se puede disponer, de manera próxima por razones familiares o laborales,

sobre algunos que viven actualmente la experiencia del retorno, los jóvenes hijos de inmigrantes

que se han ido a vivir a Chile, la mayoría se trata de egresados de universidades venezolanas, que

han logrado reintegrarse rápidamente y participan adecuadamente de la dinámica social de su país.

En general, se conoce que las maneras de definir su pertenencia a un país y las orientaciones de

valor que caracterizan sus prácticas, diferencian notablemente al inmigrante del cono sur o andino,

del caribeño o del centroamericano. En ese sentido, para entender el sentido de la presencia de los

chilenos en Venezuela - sobre todo de aquellos que llegaron a raíz de la dictadura de Pinochet-,

hay que tomar en cuenta, por una parte, la dimensión política y la experiencia traumática de la

dictadura militar, que los empujó a la búsqueda de países en los que la democracia y el desarrollo

de los derechos humanos fueran evidentes. Y, por otra parte, la dimensión psicosocial y cultural

del habitante del cono sur.

En primer lugar, no hay que olvidar que desde mediados de los años 70 y hasta comienzos de los

80, se produce un cambio de perspectiva en Venezuela sobre el trabajo a favor de los derechos

humanos. El clima de violencia que se vive en Centroamérica y el predominio de las dictaduras en

el Cono Sur llevan a miles de ciudadanos latinoamericanos a abandonar sus países. Venezuela se

convierte en uno de los principales centros receptores, acogiendo a un número de exiliados sin

precedentes en la historia del país. Casi de inmediato comienzan a surgir organismos de acción

solidaria que intentan dar respuesta a las necesidades materiales de los exiliados, a la vez que

brindan un espacio de apoyo a sus luchas a favor de los derechos humanos en sus países, a través

de diversos comités de solidaridad. En este período el trabajo a favor de derechos humanos

comienza a pasar de la simple denuncia sin mayores consecuencias para los afectados, a una labor

más articulada de defensa y solidaridad.

Las caras que nos trae el exilio presentan rostros diferentes que incluyen a profesionales, técnicos

estudiantes, sindicalistas, miembros de grupos religiosos, periodistas y personas comunes que, sin

estar envueltas en luchas armadas en contra de los gobiernos de sus países, han sido condenadas y

expulsadas por su oposición a las prácticas dictatoriales. Se entiende entonces que cualquier

persona puede ser víctima de persecución y violación de los derechos humanos.

Son muchos los gremios profesionales que comienzan a intervenir a favor de sus colegas

perseguidos. Venezuela no es ajena a esta política: se promueve en esta época el boicot a la compra

de vinos chilenos y de otros productos provenientes del Cono Sur, con el apoyo activo de los

comités de solidaridad. Es particularmente notorio el soporte brindado por las autoridades

venezolanas a miles de exiliados chilenos, en retribución por la acogida que en otro momento

brindó Chile a destacados dirigentes políticos venezolanos que tuvieron que abandonar el país

durante la dictadura de Pérez Jiménez. Se trata, en definitiva, de un proceso que va involucrando a

un mayor número de gremios, instituciones y personalidades que en años anteriores mostraban

escaso interés en la problemática de los derechos humanos.

En segundo lugar, el chileno, en particular, asigna a la familia, la vida cotidiana, la amistad, el

vecindario, el trabajo y el tiempo libre, unas valoraciones y prácticas de una fuerza integradora que

trasciende fronteras y que se incrementa con el extrañamiento.

Durante los años de exilio, claro que se han producido transformaciones en el modo de vida de los

exiliados, pero, sobre todo en la primera generación, se ha mantenido esencialmente su núcleo

identitario.

En términos generales esta afirmación de identidad chilena en Venezuela se puede caracterizar por

la asociación con los compatriotas, para compartir información política, familiar, probar platos

típicos chilenos, organizar encuentros musicales. Aquí destaca la necesidad de compartir con

personas que son definidas como similares desde el punto de vista del origen cultural o de reforzar

las raíces, para trasmitirlas a la próxima generación.

El chileno, en Venezuela, es reservado en su manera de comunicarse con los venezolanos y, y

también es poco dado a involucrarse en la cosa pública y la dinámica colectiva. Concentra su interés

en la esfera privada, en el bienestar de su familia, “...es que no quiero saber nada de política, es

mejor no meterme en nada. Yo, con no causarle malestares a mis hijos, estoy muy bien.” (18)

.

A modo de conclusión

Estudiar las relaciones entre Chile y Venezuela es permitir reencontrar en sus aborígenes el amor

por la naturaleza. Es reafirmar en sus trayectorias históricas sus idearios de libertad, vocación

republicana y latinoamericana. El análisis de los encuentros como hitos históricos

permitió reconocer signos de cooperación y de solidaridad. En ellos permea, como eje

transversal, la justicia social, la educación como medios para construir ciudadanía republicana e

integración, al tiempo que revela los nobles principios de la unidad y los destinos compartidos.

 

Notas:

1 Cf. Mariano Picón Salas (Mérida, Venezuela 26 de enero de 1901 — Caracas, 1 de enero de

1965) fue un importante escritor, diplomático, académico, historiador, ensayista y político

venezolano. En su obra destacan los ensayos históricos, de crítica literaria y sobre la historia

cultural de América Latina, los cuales lo hicieron merecedor de ser considerado como «El mayor

ensayista del Siglo XX en lengua castellana». Para ampliar la obra de Mariano Picón Salas se

recomienda la obra de Rafael Ángel Rivas Dugarte intitulada Mariano Picón Salas Fuentes

documentales para su estudio (1901-1965) en: http://www.saber.ula.ve/bitstream

/123456789/27308/1/mariano220608.pdf y en http://www.redalyc.org/homeBasic.oa repositorio

de recuperación bajo la palabra clave Mariano Picón Salas

 

2 Tomas Straka. Setenta años del Pedagógico de Caracas: Notas para una historia de la cultura

venezolana Tierra Firme. vol.24 no.95 Caracas Sept. 2006

 

3 Se recomienda visitar el siguiente blog: http://sancarlosenmicorazon.blogspot.com/2013/04/la-

mision-chilena-en-cojedes.html

 

4 En Valencia, Venezuela, gracias a un órgano informativo y difusor Brilla el Sol del Centro de

Estudios, Sociales y Políticos “Eduardo Frei Monalva”1989-1994 coordinado por el Prof. Reinaldo

Villegas Astudillos, se recogen experiencias y remembranzas de la cotidianidad de los chilenos en

Venezuela. Algunos de estos escritos es posible observarlos en:

http://www.chilenosenlinea.net/Consulado de Valencia.

 

5 Reynaldo Villegas Primer texto, elaborado, recién arribado al exilio venezolano en enero de

1976 Difundido, por primera vez, a través de la publicación “Contenido” de Bejuma, Segunda

Quincena de septiembre de 1978, en http://www.chilenosenlinea.net/hist__y_literatura.htm

Caupolicán saluda a Guaicaipuro

Desde el corazón profundo de la floresta araucana surge estrepitoso el grito fraterno del caudillo

indígena: Caupolicán. Viene dirigido al indomable y altivo Guaicaipuro, hermano de estas tierras

bravías de Los Caracas y de Los Tequetas.

Caupolicán y Guaicaipuro estrechan sus manos en las cumbres y valles americanos. Los

acompañan sus innúmeras huestes altivas y bárbaras, corajudas y aguerridas, auténticas y

americanas. Conforman ambas figuras nativas la esencia de estos pueblos, formadores en América de la raza y del ancestro. Caupolicán y Guaicaipuro cabalgan por los valles, atraviesan los ríos y las sierras,

libres en sus regiones, junto a sus hombres y paisajes.

Caupolicán va con Ongolmo, Lincoyán, Talcahuano, Angol, Lautaro, Galvarino y Orompello.

Descienden de Nahuelbuta, atraviesan el caudaloso Bío-Bío y se pierden por el Hualqui y el Bureo.

Guaicaipuro viene con Acarigua,Guaicaimuto, Naiguatá, Araguaire, Paramaconí, Baruta y Chacao.

Suben el Ávila por Maracapana. Llegan al Guaire y saltan a las Mostazas. Caupolicán va cubierto

de rojos copihues, maquis oscuros y boldos de imperenne verde.

Guaicaipuro viene entre multicolores orquídeas, dorados cambures y cristo fue canoros.

Caupolicán inicia la lucha en defensa de su pueblo, no dispuesto a la cadena y al sometimiento.

Guaicaipuro rechaza el dominio extranjero. Es fiel a su raza teque y caraqueña, indomable y

legendaria. Caupolicán y Guaicaipuro permanecen vigilantes en la Eternidad. Continúan

cabalgando desde el Polo Sur al Mar Caribe. Caupolicán soy yo. Guaicaipuro eres tú. Caupolicán

es mi pueblo de Chile. Guaicaipuro es tu pueblo de Venezuela. Caupolicán y Guaicaipuro son la

América indígena y morena. Caupolicán y Guaicaipuro son la libertad plena.

 

6 Brilla el Sol Año 1 No 9 pág. 2. 1era quincena de diciembre 1989. Valencia Venezuela

 

7 Cf. Ministerio Secretaría General de Gobierno (06 de noviembre de 1979), Decreto 23. Este

Decreto toma en cuenta las siguientes consideraciones: 1o.- Que la Cueca constituye en cuanto a

música y danza la más genuina expresión del alma nacional. 2o.- Que en sus letras alberga la

picardía propia del ingenio popular chileno, así como también acoge el entusiasmo y la melancolía;

3o.- Que se ha identificado con el pueblo chileno desde los albores de la Independencia y celebrado

con él sus gestas más gloriosas, y 4o.- Que la multiplicidad de sentimientos que en ella se conjugan

reflejan, no obstante la variedad de danzas, con mayor propiedad que ninguna otra el ser nacional

en una expresión de auténtica unidad.

 

8 Decreto del Presidente de la República, y General del Ejército, Augusto Pinochet Ugarte.

 

9 Talca es una ciudad de Chile y la capital de la Región del Maule.

 

10 Organizado por el Centro Cultural Chileno Canadiense Araucanía.

 

11 Guiso que se realiza al combinar la carne de cerdo y res, sal, huevo duro picado, leche, pino,

cebollas, vino blanco, aceite, aceitunas (olivas) y pasas.

 

12 Capital de la República Bolivariana de Venezuela.

 

13 Ciudad de Venezuela, capital del estado Carabobo, ubicada en la región central del país.

 

14 Ciudad portuaria de Venezuela, ubicada en el estado Anzoátegui.

 

15 Se celebran con el fin de conmemorar la formación de Chile como un Estado nación

independiente el 18 de septiembre de 1810. La celebración anual del 18 de septiembre se realiza

desde 1811.

 

16 El 15 de diciembre de 1989 el presidente electo Patricio Aylwin en conferencia de prensa al

referirse a los exiliados indico “Agradecemos a los países democráticos, partidos políticos de

Europa, Estados Unidos, Canadá y de todos los continentes, incluida América Latina, su

solidaridad permanente con los demócratas chilenos en el curso de estos años. El retorno de los

exilados es un anhelo profundo y una parte del proceso de consolidación democrática. Mucha gente

ha echado raíces en los países donde está, tiene hijos o nietos con doble nacionalidad, su situación

económica es más o menos estable...”

 

17 Entrevista a Chilena, residente en Venezuela. Comunidad del Morro, estado Carabobo,

noviembre 2012. Se corresponde con resultados de una investigación de historia de vida de

extranjeros en Venezuela, coordinado por el Laboratorio de Investigación en Estudios del Trabajo

(LAINET). Valencia.

 

18 Entrevista a chilena, residente en Venezuela. Comunidad del Morro, estado Carabobo,

noviembre 2012.

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