martes, 11 de febrero de 2020

LOS JÓVENES Y LA CIENCIA EN VENEZUELA


LOS JÓVENES Y LA CIENCIA EN VENEZUELA
Por:  Yamile Delgado de Smith

Resumen:
El binomio jóvenes y Ciencia en este trabajo se analiza a partir de la importancia que ha traído para Venezuela el surgimiento de las asociaciones para el avance de la Ciencia. De igual manera, se destaca el rol protagónico que ha tenido la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia a través de sus distintos programas entre los que se quiere destacar El Festival Juvenil de la Ciencia creado en 1968 cuya dinámica se motoriza en el estímulo y el premio. Se reflexiona en torno a la necesidad de despertar en los jóvenes el deseo por la investigación recuperando del siglo XIX, XX y XXI algunas contribuciones que ilustran que se ha asistido no sólo en el mundo sino también en Venezuela a claros ejemplos de innovación. Finalmente, se propone algunas acciones dirigidas al robustecimiento de la Ciencia y la tecnología en Venezuela.
Palabras clave: Jóvenes, Ciencia, Tecnología

1. CIENCIA Y LAS ASOCIACIONES PARA EL AVANCE DE LA CIENCIA

Morles señala que nadie discute hoy la importancia de la Ciencia y de la técnica ni su creciente y necesaria vinculación. Estas actividades humanas constituyen hoy, como diría García Bacca [1], la “atmósfera intelectual” que respiramos. Lamentablemente, no hay consenso en cuanto a su definición y contenidos. ¿Qué es la ciencia?, ¿qué es la técnica?, ¿qué es la investigación científica? Una somera revisión de la literatura sobre el asunto; Ellul[2] 1963; Popper [3] 1974; Chalmers [4] 1982; Geymonat [5] 1993; Bunge [6] 1996); Cerda [7] 2000, Babbie [8] 2000, Eco [9] 2000 lleva a la conclusión de que sobre esta materia hay un caos terminológico y conceptual. Las definiciones conocidas y las relaciones identificadas entre Ciencia, técnica, investigación científica, experimentación, desarrollo experimental, hipótesis, teoría, invención, diseño, método científico o ciencia aplicada, por ejemplo, son generalmente confusas y a veces contradictorias. 

En opinión de Morles [10] las definiciones perfectas o definitivas no existen, y menos para el caso de los objetos sociales o complejos.  Es más, Ciencia y técnica -y sus definiciones- son entes históricos y, por tanto, cambiantes: ellas no existen en el vacío sino dentro de contextos siempre dinámicos que determinan su comportamiento. Señala Maturana [11] que las explicaciones científicas surgen como acciones humanas reales dentro del dominio de la experiencia de observadores tipo individuales, y son válidas como tales en una comunidad formada por éstos, aunque cada observador tipo vive sus experiencias en la completa soledad de su determinismo estructural como sistema viviente.

El caos terminológico y conceptual mencionado tiene consecuencias sociales de corto y largo plazo; por lo cual puede resultar beneficioso cuestionar y superar las definiciones usuales, sobre todo las versiones utilizadas por la comunidad científica dominante, sector social que expresa, pero no está convencido, que la Ciencia es un proceso permanente de confrontación y rectificación de ideas.

La Ciencia y la tecnología, o mejor dicho la cienciotecnología constituyen un hecho social articulado e institucionalizado en la sociedad contemporánea. Su rol está distante de los argumentos primogénitos que le dieron origen, para convertirse en un instrumento claro y preciso, ser factor de primer orden en el desarrollo integral de la sociedad. Ignacio Avalos [12] hace una reflexión acerca de cómo la Ciencia y en general el conocimiento se han ido convirtiendo en un factor cada vez más determinante en la constitución y desempeño de las sociedades actuales, estructuradas en torno al propósito de hacer fluir los procesos de creación, difusión, adaptación y uso de la información, la tecnología y la innovación.

Según Avalos, "por una parte, se argumenta como la actividad científica, cada vez más está ligada a los procesos de desarrollo de tecnologías e innovaciones (de allí que se hable de la tecnociencia), se vincula estrechamente al mercado, y sus resultados son, en grado creciente, susceptibles de apropiación y control privados. Y, por otra parte, se alega como crece el interés por el control social de la Ciencia, sus resultados y sus aplicaciones, traducido en diversas formas de vigilancia colectiva, justificadas, sobre todo, desde las exigencias que derivan del desiderátum representado por el desarrollo sustentable". Este hecho ubica en una situación de prioridades su difusión, distribución, resultando en este hecho el carácter público de su abordaje y organización. Un modo importante de tal circunstancia lo constituyen las asociaciones científicas de promoción, desarrollo y difusión de los saberes como medio de intermediación entre las comunidades científicas y la sociedad.

Hablar de los jóvenes y la Ciencia en Venezuela obliga a tener que reseñar la labor de las asociaciones para el avance de la Ciencia ¿Cuándo surgen las asociaciones para el avance de la Ciencia? Esta pregunta es interesante porque se encuentra en su respuesta una gama de eventos en donde muchos hombres y mujeres han tenido una labor extraordinaria.

De cara al mundo se reconoce que las asociaciones para el avance de la Ciencia surgen en Europa por la necesidad, aún presente, de mantener vínculos con los científicos. De esta manera en la historia del siglo XIX se reconocen las asociaciones para el avance de la ciencia de Suiza (1822), Inglaterra (1831), Italia (1839), Estados Unidos (1848), Francia (1872) y Australia (1888).

En América Latina las Asociaciones para el Avance de la Ciencia aparecen en el siglo XX, a propósito del crecimiento, desarrollo y modernización de los pueblos latinoamericanos. De esta manera, por citar un ejemplo, 1933 es el año para Argentina, 1948 es el año de Brasil y, en Venezuela se inaugura la década de los 50 con Avac cuyas siglas pasan a ser AsoVAC en 1954 para evitar confundir las siglas de Avac con las de la Asociación Venezolana de Autores y Compositores.

Los más nobles motivos impulsaron esta asociación cuyo eje de preocupación es, sin duda, la gestión del conocimiento. Hombres de Ciencia, por citar algunos, los doctores Augusto Pi Suñer, Vicente Peña, Oscar Agüero, Werner Jaffé, Hernán Kaiser y Francisco de Venanzi están en los inicios de la historia de AsoVAC en Venezuela.

2. CONVENCIÓN ASOVAC Y ACTA CIENTÍFICA

Dentro de los programas de AsoVAC destacan la convención y el acta científica. La primera convención se realizó el 29 de enero de 1951 en Caracas contando con la participación de 130 comunicaciones. Para entonces lo que predominaba era las áreas médicas: bacteriología, parasitología, farmacología, patología, odontología y farmacia.

La última convención se celebró en Valencia conjuntamente con el 5to. Congreso de Investigación de la Universidad de Carabobo el mes de noviembre de 2004. Durante esta convención fue posible registrar los aportes de más de 3 mil investigadores que se organizaron en cursos, seminarios, simposios, conferencias, mesas redondas y talleres lo cual denota lo que se ha crecido desde 1950. Las áreas ya no son las mismas. Estas se han ampliado a otras que van desde la Genética, los estudios ambientales, Arqueología, Física hasta Ciencias Sociales y Humanística.

Por otra parte, el acta científica desde junio del año 1950 es el órgano de divulgación de la AsoVAC. Con el acta científica se ha logrado gestionar el conocimiento así como también el intercambio entre pares, grupos e instituciones vinculadas en lo regional, nacional e internacional. Cuenta con un Cuerpo Editorial experimentado, con mucha mística de trabajo. Es financiada por varios organismos de promoción científica como el Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología (FONACIT), los Consejos de Desarrollo Científico y Humanístico de Varias Universidades y FundaVAC. Funciona con un sistema de arbitraje, lo que asegura la calidad de los trabajos aceptados. El contenido de Acta es citado en revistas especializadas en el registro de la actividad científica internacional. Estos dos programas y el festival juvenil de la Ciencia se convierten en el alma de la Asociación.

3. EL PROGRAMA FESTIVAL JUVENIL DE LA CIENCIA

Con el propósito de despertar vocaciones científicas en el seno del estudiantado de Escuela Básica y Media diversificada, la AsoVAC creó en el año 1968 el Festival Juvenil de la Ciencia, que tiene lugar cada año en Caracas y otras ciudades del interior del país. Algún tiempo después comenzó a recibir ayuda del CONICIT, hoy FONACIT y se celebró un convenio con este Organismo para incrementar el radio de acción del Programa y realizarlo en conjunto.

En la preparación para el Festival se forman equipos de alumnos bajo la orientación de profesores de educación secundaria y profesores universitarios. Estos equipos trabajan durante un tiempo determinado en la elaboración del proyecto de investigación, que es luego expuesto durante el Festival. Un jurado "ad hoc" revisa cuidadosamente los diferentes trabajos y dictaminan acerca del otorgamiento de las distinciones a los más destacados.

Con la valiosa colaboración del Congreso Nacional, Fundación Polar, Intevep, Fundación IBM y otras instituciones se creó la Fundación Festival Juvenil de la Ciencia, para apoyar económicamente tan importante programa de promoción de las actividades científicas juveniles. En el marco del festival, desde el 2004, se ha recurrido al happy hour con la Ciencia. Esta es una alternativa de difusión de la Ciencia y la tecnología, diversos grupos han estado experimentando con bastante éxito varias metodologías, una de ellas, la de conferencias en cafés, restaurantes y librerías.

El objetivo es la divulgación de temas de Ciencia y tecnología mediante la utilización de espacios y metodologías alternativas a las tradicionales, con un contenido altamente académico, pero con un carácter no formal. La conferencia, si bien se presenta de manera formal con el apoyo de recursos audiovisuales, permite la conclusión en una conversación más que un debate.

4. LOS PREMIOS, LA EDUCACIÓN Y LA CIENCIA
Como señala Klaus [13] existen varios tipos de premios: el premio a la vanidad. Los humanos, por lo general, son vanidosos, y les gusta recibir la aprobación del prójimo. Esta búsqueda de aprobación, es quizás el motor más frecuente de muchos que buscan el aplauso. Esto es, premiar para que el premiado deleite con su genio. Existe también el premio socializador. El premio para todos. La medalla que premia los 5, 10 ó 20 años de trabajo continuo ¿O será ésta un reconocimiento a la paciencia de tanto el receptor de la medalla como de su prójimo en aguantar convivir por tanto tiempo? Por su puesto, existe el premio interesado. Premios que se dan, buscando la atención, y quizás la amistad o la buena voluntad del premiado.

Estos premios son muy utilizados por entes interesados en la acumulación de poder. Sirven para mantener contentos a familiares y amigos, y quizás para suavizar los ataques de algún enemigo. También a lo planteado por Jaffé Klaus existe el premio al semillero, aquel que premia a la juventud con el propósito de lograr incentivar en el presente para un futuro mejor.

Es éste el que motiva todos los años a los jóvenes que participan en el Festival Juvenil de la Ciencia. En ese sentido para el último celebrado en el año 2004, destacaron por el estado Carabobo los siguientes trabajos de jóvenes: Etapas de crecimiento de la especia Catteya mosiae a través de la propagación sexual y asexual in Vitro, de Alfredo Scarano y Gustavo Sanz, Unidad Educativa San Valentín; Efectos de la infusión de la semilla de uva en la reducción de los niveles de colesterol en sangre de conejos, de Yesenia Hernández y Josmar Pérez, Colegio Parroquial Padre Seijas; Diseño de un modelo de libro texto de matemática con contenido de números racionales para alumnos de séptimo grado de educación básica, de Kely Bravo y Javier Arias, Colegio Simón Bolívar así como también el trabajo de José Martínez y Giobeiri Silvera, sobre extracción del aceite esencial de la piel de naranja para formular un limpiador doméstico biodegradable, Colegio Cruz Vitale.

Todos estos trabajos surgieron de inquietudes que fueron estimuladas para propiciar la investigación. Como diría Genatios y La Fuente [14] el conocimiento es vital y su difusión y fortalecimiento, o más bien, su democratización una cuestión ética de vital importancia. Se trata de abrir espacios de participación e intercambio para que exista una verdadera gestión del conocimiento para todo el conglomerado social, teniendo siempre presente a los jóvenes. Desde la educación se debe buscar mecanismos de transformación a objeto de articularla a las nuevas realidades, signadas por incertidumbres crecientes, por transformaciones cognitivas y organizativas del todo social que hacen de la totalidad un complejo estructurado que requiere de la concurrencia multidisciplinaria de los saberes, con el propósito de estar al servicio de una visión holista, integral y transdisciplinaria tal y como lo plantea Morín [15].

Este proceso transdisciplinario debe tener en cuenta un conjunto de saberes básicos. La comprensión de estos saberes permitiría desde la educación crear espacios de certidumbre y de compromiso para la generación de una nueva ciudadanía. La educación es la instancia institucional, por definición, a través de la cual es posible alcanzar los niveles básicos de la comprensión humana y social.

Para lograr ello, según Morín, la educación debe estar en capacidad de superar las cegueras del conocimiento que induce al error y/o a la ilusión además de ubicar el conocimiento como un acto social complejo no fragmentado, donde lo pertinente y de calidad subyace, donde la enseñanza, la condición humana, la identidad terrenal, la comprensión y la ética sean los ejes rectores de una nueva manera de asumir la educación. Revolucionando lo educativo se estará creando las bases para garantizar un piso sólido, transcendente y de inserción de lo humano para la constitución de una nueva ciudadanía.

Las nuevas experticias derivadas de una comprensión compleja de lo humano, genera espacios de mayor participación de los jóvenes en la construcción de un nuevo orden social. Se trata de superar los espacios taylor-fordistas, educativos, fragmentados, masificados para dar lugar a la participación social de compromiso en la determinación de un nuevo orden educativo. Ello permitirá involucrar a los jóvenes con sentido y responsabilidad social.

5. DESPERTAR A LA JUVENTUD

No hay pregunta mala, detrás de ella hay una inquietud que si se logra activar puede llegar por la vía de la investigación a grandes descubrimientos. En el siglo XXI se han revisado las cartas que los niños escribieron a Einstein. Estas cartas, escritas entre 1928 y 1955, están depositadas en los Archivos Einstein de Princeton University Press y de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Su procedencia es muy variada, entre ellas, Japón, Suramérica, Holanda, Austria, Hungría, Alemania, Sudáfrica, aunque la mayoría corresponden a niños norteamericanos que conocían que Einstein se había instalado en Princeton (Nueva Jersey, Estados Unidos).

¿Sobre qué versan las preguntas en estas cartas enviada a Einstein? Como se señala en la obra de Calaprice [16] muy variadas son las preguntas nunca subestimadas por Einstein, entre ellas ¿Los científicos rezan?, ¿El tiempo es la cuarta dimensión?, ¿Qué es el tiempo?, ¿Qué es el alma?, ¿Qué es el firmamento?, ¿Se considera usted un genio?”, ¿Qué aspecto tiene? a esto último Einstein contestó “Le diré qué aspecto tengo: rostro pálido, cabello largo y una modesta panza, además, andares extraños, un puro –si se da esa suerte- en la boca y una pluma en el bolsillo o en la mano. Pero su tío no tiene verrugas ni piernas arqueadas y, por tanto, es bastante guapo; y tampoco tiene vello en las manos, como les ocurre a los hombres feos. Con saludos cordiales, su tío Einstein”.

Einstein con 15 años era considerado un estudioso a profundidad de las matemáticas y logra con tan sólo 36 años, en 1916, presentar la Teoría de la Relatividad general, en la que reformula por completo el concepto de gravedad. Una de las consecuencias fue el surgimiento del estudio científico del origen y evolución del Universo por la rama de la física denominada Cosmología. Probablemente, la ecuación de la física más conocida a nivel popular es la expresión matemática de la equivalencia masa - energía, E=mc2, deducida por Einstein como una consecuencia lógica de la relatividad especial. Obtuvo el Premio Nobel de Física en 1921 por su explicación del efecto fotoeléctrico, una de las bases iniciales de la mecánica cuántica.

Con sólo 18 años de edad, en el año 1585, Galileo Galilei se dedicó al estudio de las matemáticas, aunque interesado también por la filosofía y la literatura. De esa época data su primer trabajo sobre el baricentro de los cuerpos -que luego recuperaría, en 1638, como apéndice de la que habría de ser su obra científica principal- y la invención de una balanza hidrostática para la determinación de pesos específicos. Galileo sentó las bases físicas y matemáticas para un análisis del movimiento, que le permitió demostrar las leyes de caída de los graves en el vacío y elaborar una teoría completa del disparo de proyectiles.

6. VENEZUELA Y SUS EJEMPLOS

Muy oportunas son las palabras de Di Turi y Castillo [17] cuando señalan que no tener memoria es como no haber vivido. Expresan lo siguiente “Somos lo que recordamos y nada más”. Continúan Di Turi y Castillo señalando que la historia de los países muchas veces no está escrita con la tinta indeleble de la justicia y, por eso, se difumina en las enclenques páginas del tiempo.  Di Turi y Castillo destacan el trabajo titulado Inventos, Inventores e Invenciones del siglo XIX del historiador José Luis Bifano [18]  en donde es posible recrearse en tantos aportes que muchos, hoy desconocidos, hicieron en Venezuela.

El XIX fue un siglo particularmente violento y precario para Venezuela, sin embargo, un importante grupo de venezolanos enfocó sus esfuerzos en desarrollar el ingenio para solventar desde problemas sencillos y cotidianos hasta engorrosas empresas como la ciencia de volar. Di Turi y Castillo al referir la obra de Bifano destacan las siguientes:
El recorrido del café
No es de extrañar que el café, principal protagonista de la economía local en el siglo XIX, mereciera buenas dosis de inventiva. El periplo técnico que exigen los granos de café incluye toda una dinámica de descerezado, lavado, secado, trillado, separado y venteado, que puso a trabajar el ingenio de muchos criollos con iniciativa. Uno de ellos fue Alfredo Jahn (hijo) quien en 1883 ideó una máquina para lavar café y otra para secar el grano utilizado en la finca Los Erasos. El doctor Fernando de la Ville, por su parte, un médico homeópata caraqueño, también se ocupó del tema e hizo varias propuestas patentadas a finales del siglo XIX. Uno de sus artefactos servía para guardar el café y el cacao; otra descerezaba, secaba y trillaba los granos simultáneamente y finalmente ideó una secadora doméstica.
La máquina de hacer pájaros
El primer hombre que intentó alzar el vuelo en Venezuela se llamó Carlos Rivero Solar, vivía en el caserío El Naranjo de Falcón y se inspiró en los gavilanes para idear un aparato volador al que bautizó El pájaro serrano. El libro de Inventos... recuerda la odisea de este personaje olvidado que causó conmoción en su pueblo, el día que decidió conquistar los aires: “Fue así como en 1868, ante el asombro de los parroquianos, apareció don Carlos con su pájaro rumbo a la montaña situada al norte del caserío y llamada Soledad. Ya en la cima, a unos 70 metros de altura, se lanzó al vacío. Logró mantenerse suspendido en el aire por algunos segundos, pero perdió el dominio del aparato y se precipitó a tierra yendo a caer a la copa de un bucare”. No fue el único venezolano que hizo el intento. Un médico cirujano e ingeniero llamado Weceslao Monserrate, también se inspiró en las aves e ideó un aparato llamado “La Monserratina” al que consideró “la empresa más trascendental de esta época”. En 1884 solicitó la patente de este aparato que según describió, “tiene figura de ave movido por la potencia que desarrolla el aire comprimido y calentado”. Por lo visto, el aparato lograba despegar y remontar los aires. El ingeniero Pedro Coll Font también se inspiró en los pájaros –esta vez en los de grandes dimensiones– para idear, en 1883, su propio aparato volador. Su propuesta era un “planeador”, con dos alas conectadas a un eje que sustentaría el cuerpo del piloto, quien gracias a la fuerza de las piernas podría remontar el vuelo o aterrizar. El tenaz inventor presentó su propuesta ante el Colegio de Ingenieros donde se probó infructuosamente y llegaron a la conclusión de que era un “paracaídas oblicuo imperfecto”. Font insistió, hizo una prueba de vuelo en público, recibió la patente y, años después, reclamó al diario francés Le Monde Ilustré, que las bases teóricas de la propuesta de Otto Lilienthal, considerado uno de los padres de la aviación, eran las mismas que él había patentado 10 años atrás.
Baúles con técnica propia
Tuvo una iniciativa meritoria para los viajeros. Se llamaba Juan P. Benzo e ideó unos baúles “incombustibles, impermeables e impicables”. Sus baúles estaban forrados en lata, tenían abrazaderas de metal, una caja interior portátil, seccionada y con partes de madera. Su invento patentado fue precisamente el secreto para “teñir, preservar y trabajar esa madera”; utilizada en sus baúles al estilo inglés o norteamericano.
Locomotora por empuje
Manuel Félix Delfino fue un inventor con una profunda fe en la fuerza física. En 1894, presentó su propuesta para una locomotora que prescindía del vapor “u otra posibilidad energética”, según recuerda el libro de José Luis Bifano. Delfino proponía que su locomotora sólo requería la fuerza de cuatro hombres para arrancar y que el empuje sería suficiente. En caso de pendientes, advertía, sólo haría falta la fuerza de dos hombres. El invento no avanzó demasiado, “ya que para la fecha se conocían los motores de combustión interna”.
Urnas ambulantes
La muerte no tiene solución, pero varios ingeniosos venezolanos decidieron hacerla más llevadera a los dolientes con urnas acordes a los tiempos. Entre ellos, Federico Bauder quien “el 15 de mayo de 1895 solicitó por 15 años la patente de invención para la fabricación de sarcófagos portátiles”, según recuerda el libro Inventos… Su ventaja: eran monolíticos, estaban formados por una pieza, podían ser construidos en la fosa o fuera de ella y su estructura prefabricada permitía entierros tan pronto como fuese necesario. El otro punto a favor es que quedaban cerradas herméticamente y de manera instantánea. Así evita a los deudos y amigos permanecer más de media hora al pie de la fosa esperando que los albañiles tapen la bóveda.
Se tejen alpargatas
Era el calzado popular –barato, democrático y fresco– y por eso no es de extrañar que muchos venezolanos fueran cautivados por la idea de tejer alpargatas con propiedad. Varios inventores de vocación propusieron máquinas para tejer las “capelladas”. El ingeniero Pedro Coll Font solicitó en 1890 la patente para la máquina que las hacía “lisas y labradas”; Antonio Olivero propuso una máquina que no sólo hacía las capelladas, “también los correspondientes talones”. Por su parte, el valenciano Diego Estopiñán propuso un artefacto que las hacía “de un solo hilo de crochet o pabilo”. Otra propuesta fue de Alejandro Plaza.
Yuca rallada
Ante los ojos apurados del siglo XXI, quizá resulte poco relevante un rallador de yuca. Pero para la Venezuela agraria de dos siglos atrás, estas ideas eran las que daban dividendos. Esta máquina, ideada por Manuel María Quevedo, al parecer era sumamente productiva: “trabaja de seis de la mañana a cuatro de la tarde y ralla diariamente de 14 a 18 quintales”, según atestiguó el inventor. La máquina –apta para rallar yucas, batatas o auyamas– tenía un depósito donde se colocaba el alimento, un rallo de ruedas de hierro y los engranajes activados en forma manual.
7. REFLEXIONES FINALES: CIENCIA Y FUTURO
La Ciencia, la tecnología y la innovación son hoy un factor cada vez mas presente en la constitución de la sociedad moderna, de allí que se haya acuñado la “sociedad del conocimiento” como un término que intenta definirla. Al mismo tiempo existe una visión crítica y cuidadosa acerca de ella y de su relación con la sociedad. Hay exigencias desde el punto de vista ético, político, económico y ambiental, al punto que desde tiempo atrás, se viene pregonando la necesidad de establecer un nuevo “contrato social” que regule sus vinculaciones con la sociedad, en términos de una mayor responsabilidad y de una mayor evaluación de su desempeño.  Como sostiene Ávalos, “Todo esto conforma un panorama radicalmente diferente del característico de los no tan lejanos tiempos de la “República de la Ciencia”, en los que la Ciencia era, para casi todos sus efectos, un asunto que casi exclusivamente concernía a los científicos, fuente incuestionable, además, de progreso y bienestar”.

No obstante lo anterior, habría que hacer énfasis que en Venezuela, fundamentalmente a partir de 1999, se inicia un proceso de reorientación de la Ciencia y la tecnología. En ese sentido hay una centralidad que tiene su fundamento en reconceptualizaciones contenidas en importantes documentos entre los que viene al caso citar la Declaración sobre la Ciencia y el Uso del Saber Científico (adoptada por la Conferencia Mundial sobre la Ciencia (Budapest, julio de 1999); la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela [19] que en su artículo 110 consagra el carácter público de la Ciencia y tecnología, asunto éste que genera importante impacto en la orientación de la actividad, toda vez que la misma alude a un marco legal regulatorio de  la misma; las propuestas de Ley de Educación Superior [20]y el rol que desempeña el Ministerio de Ciencia Tecnología como órgano rector del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.

De manera que desde esta perspectiva, sin pretensiones de exhaustividad, se configura en el país un nuevo contrato social que reordena y relanza la relación entre sociedad y Estado, comunidad científica y Estado desde el pivote conceptual y doctrinario contenido en el artículo 2° de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela que reza, “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de derecho y de justicia…” 

En este contexto, gravita el nuevo contrato social y ha ganado terreno la convicción de que deben replantearse las relaciones de la Ciencia y la tecnología con la sociedad. En este sentido, se impone una profunda renegociación basada en una estrecha y responsable relación con la sociedad, como ha quedado expresado, por citar un ejemplo, en el Plan de Acción elaborado por la Comisión Europea (2000), en el cual se establece que  “la Ciencia, la tecnología y la innovación deberán reconsiderar su contrato social y establecer su planificación en función de las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos europeos” y en igual dirección fue la declaración final del Congreso Mundial de Ciencia, efectuado en Budapest en el año 1999.

En este nuevo marco de interpretación y realización de la actividad debe plantearse nexos distintos y fundados en el supuesto de que las prioridades de la investigación, la magnitud de sus fondos, su estructura organizativa y la utilización de sus resultados deben ser examinados de manera democrática, no sólo dentro de las cuatro paredes de los laboratorios, en las oficinas gubernamentales o en la mesa directiva de las empresas.

Se plantea, además, el propósito de que la orientación del trabajo de los investigadores, vale decir, de las áreas que le conciernen, de los problemas que encara, de las preguntas que se hace, de sus métodos y del patrón que adoptan sus aplicaciones, se guíe por agendas de trabajo vinculadas a intereses amplios de la sociedad, sin segmentaciones, y en atención a las prioridades señaladas por los órganos rectores del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología e Innovación que permita, dentro de los conceptos de inter, multi y transdiscipinariedad superar la vieja y perversa práctica de orientar la actividad investigativa a partir de lo disciplinar y la arrogancia de unas disciplinas sobre otras, sino, adoptar una conducta que gire en torno a lo que pudiésemos llamar “enfoques integrados” como la manera más apropiada para comprender y transformar armónicamente y sustentablemente la realidad.

Con base en lo anterior, la gestión del capital intelectual debe asumirse desde una concepción estratégica. Se entiende que el capital intelectual es un componente de la organización estructurado en una red de sistemas interdependientes. Siguiendo esta línea de pensamiento es necesario y pertinente concebir la conformación del capital intelectual con el respaldo de una explícita, armónica, conceptual y doctrinaria gestión y disposición a transitar por los nuevos caminos que marcan las novedosas formas de hacer Ciencia.

Debe ir fraguándose dentro del marco del planteamiento de ese nuevo contrato social.  Cómo conciliar la libertad de investigación con la responsabilidad pública, el acceso general a los resultados y beneficios que produce la Ciencia con los legítimos intereses particulares de quienes la estimulan y promueven, la difusión con la propiedad, el crecimiento económico con el equilibrio ambiental, el mercado con las llamadas “demandas no solventes”, el largo plazo con el corto plazo, el interés colectivo con el interés privado. Cómo hacer, en fin, para que estas cosas y otras muchas, relacionadas con ese contrato, sean entendidas, en sus múltiples facetas, como asunto de preocupación colectiva.

En los jóvenes no hay pregunta fuera de lugar, hay que estar atentos con ellos cuyas inquietudes suelen estar teñidas de inventiva y creatividad. Como señala el profesor Falcón [21], en un artículo de su autoría del año 1979, estando cursando el 5to. año de bachillerato; por ejemplo, si algún alumno “avispado” le pide al profesor que le hable más acerca de las valencias del átomo, por ejemplo, entonces éste le dirá “eso es materia de cuarto año” o “eso no lo pide el programa”. Las consecuencias no se hacen esperar, nos graduamos de bachilleres y no sabemos el cómo y el porqué de conceptos, términos y fórmulas; que son materia de años precedentes y son argumentos que no están en el programa.

Esta situación debe evitarse porque la creatividad y la innovación no tienen edad. Por eso, desde los hogares y las aulas de básica y aún superior hay una labor en donde todos podemos ser protagonistas si encontramos en las preguntas de los jóvenes una fuente de inspiración para investigar y buscar respuesta que animen a contribuir con la Ciencia y tecnología.

Referencias Bibliográficas

[1]GARCÍA BACCA, J.,” Ciencia, técnica, historia y filosofía”. Universidad Central de Venezuela: Ediciones de la Biblioteca, Caracas, 1984.
[2]ELLUL, J. “The technological order” Wayne State University Press, New York, 1963.
[3]POPPER, K. “Conocimiento objetivo. Un enfoque evolucionista”, Editorial Tecnos, Madrid, 1974.
[4]CHALMERS, A. “Qué es esa cosa llamada Ciencia”, Siglo Veintiuno Editores, Madrid, 1982.
[5]GEYMONAT, L.,”Límites actuales de la filosofía de la Ciencia”, Gedisa, Barcelona, 1993.
[6]BUNGE, M., “La Ciencia, su método y filosofía”, Ediciones Nacionales, Bogotá, 1996.
[7]CERDA, H. “Los elementos de la Investigación Social”, Ediciones El Búho, Santa Fe de Bogotá, 2000.
[8]BABBIE, E., “Fundamentos de la Investigación Social”, Ediciones Thomson México, 2000.
[9] ECO, H., “Cómo se hace una tesis”, Ediciones Gedisa, México, 2000.
[10] MORLES V., “Acerca de la Ciencia y la tecnología: critica a los conceptos dominantes en Acta Científica Venezolana, 52: 147-154, 2001.
[11] MATURANA, H., “La realidad:¿objetiva o construida?, Fundamentos biológicos de la realidad, Ediciones Anthropos, Barcelona, 1997. Pp.76.
[12] AVALOS I., C. Bifano, H. García y A. Pirela, “Ciencia y uso del conocimiento en Venezuela Fundación Polar”, Espacios v.24 n.3 Caracas, 2003
[13] KLAUS J. “Discurso del Secretario General saliente, en la entrega del Premio a Leonor Giménez de Mendoza”, Caracas, 2001.
[14] GENATIOS C. y M. LA FUENTE, “Ciencia y Tecnología en Venezuela”, Ediciones OPSU, Caracas, 2004. Pp.15
[15] MORIN E., “Los siete saberes necesarios de la educación del futuro. UNESCO, 1999
[16] CALAPRICE, A. Querido profesor Einstein. Correspondencia entre Albert Einstein y los niños.  Gedisa, Barcelona, 2003, 205 páginas.
[17] DI TURI R. y L. CASTILLO, “Los Da Vinci Venezolanos”, 2001, www.el-nacional.com/revistas/todoendomingo/todo157/reportaje11.htm
[18] BIFANO J. El libro Inventos, inventores e invenciones del siglo XIX venezolano, editado por Fundación Polar, Caracas, 2002
[19] Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
[20] Ley de Educación Superior.
[21]FALCÓN, N., “Educación y Alienación” en “La Astronomía Ciencia Fascinante”, Universidad de Carabobo, Gráficas Emil, Valencia, 2004.

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