martes, 21 de agosto de 2018

Henry Ford y su producción masiva: un coche llamado Ford T

Henry Ford y su producción masiva: un coche llamado Ford T

Henry Ford sentó muchas de las bases del futuro del automóvil cuando decidió aplicar las teorías de Taylor sobre la perfecta combinación de hombre y máquina a la nueva industria de las cuatro ruedas. El resultado se llamaría el Ford T«Voy a construir un coche para el pueblo, el automóvil universal», proclamó Henry Ford en 1906. No tenía un objetivo filantrópico. Lo que buscaba era aumentar su clientela al máximo.

Es razonable, así como puede hablarse de hombres que cambiaron el curso del mundo, mencionar que ciertas máquinas modificaron nuestra vida para siempre? 
La respuesta es sí, sobre todo en el caso del mítico Ford T, un pequeño automóvil nacido hace 100 años y que con el paso del tiempo logro transformar su entorno, su mundo y su época, cambiando para siempre la historia de la sociedad y la industria automotriz. 
Aunque el Ford T aporto numerosas innovaciones técnicas, será más reconocido por un hecho vital: fue el primer coche cuya construcción dejo de ser artesanal para realizar en una cadena de montaje (locuaz fue muy importante en lo que fue la llamada revolución industrial) 
“El cliente puede elegir el color, siempre que sea negro”. Esta frase de Henry Ford define a la perfección la obsesión que llego a sentir el fundador de esta dinastía automovilística por abaratar los costos de producción de las grandes series. Sin embargo, cuando la pronuncio, el Ford T ya era un fenómeno social que había tomado desprevenidos a todos, incluido su creador. 

Cuando el primero de octubre de 1908 fue presentado el primer T destinado al publico, a un precio de 850 dólares, Ford estaba convencido de haber conseguido un buen automóvil a un precio apropiado como para poder hablar de un vehiculo popular. Esta había sido la obsesión de ese hijo de granjeros que, en 1896, había construido su primer automóvil. 
El empeño puesto en el diseño del modelo (era el numero 19 de los ideados por Ford y sus ingenieros, y seria el noveno en entrar en producción) no hacia prever, sin embargo, el éxito comercial que iba a tener el vehiculo. En marzo de 1909, la avalancha de pedidos obligo a Ford a no admitir nuevas órdenes de compra, ya que tenía comprometida toda su producción durante los siguientes seis meses. El volumen de ventas inquietaba a sus competidores: en su primer año de fabricación, Ford consiguió vender 10.660 vehículos del modelo T. 
Sus principales esfuerzos estuvieron dirigidos a solucionar problemas de producción, tomando en tal sentido una serie de medidas drásticas como abandonar todos lo otros vehículos y concentrarse en modelo T. Y para facilitar la distribución, los coches semiarmados eran transportados en tren hacia las áreas de embalaje, la primera de las cuales se abrió en Kansas City. 
Ford también se preocupo de instaurar una publicidad masiva en Detroit, asegurándose de que en cada periódico apareciese historia y anuncios sobre su nuevo producto. Su sistema de concesionarios locales permitió que el automóvil estuviese disponible en cada ciudad de EEUU. 
Por su parte, los concesionarios fueron enriqueciéndose y ayudaron a publicitar la idea misma del automovilismo, comenzando a desarrollarse los clubes para ayudar a los conductores y para salir más allá de la ciudad. Ford estaba encantado de vender a los granjeros, que miraban el vehiculo como un invento mas para ayudarles en su trabajo. 
Durante 1909, consiguió fabricar 17.700 vehículos, encabezando de esta manera el ranking de fabricantes y un año después superaba las 30.000 unidades. 
Pero no era suficiente. Con el fin de mejorar sus métodos se intereso por lo procesos de producción de las armas Colt y de las maquinas de coser Singer, comprobando la eficacia de los movimientos repetitivos o de intercambiabilidad de las piezas, e incluso en 1912 realizo un estudio entre sus clientes para conocer los motivos que le habían llevado a adquirir un T. 
En 1913, Henry Ford inauguro su nueva fabrica en Highland Park (Detroit), completando de esta manera el ciclo: la fabricación de piezas de y el montaje se unificaban y la producción se disparo. La obsesión por mejorar la producción le llevo, entre otras medidas, a pintar los coches exclusivamente de negro, porque así se perdía menos tiempo en la elaboración de los colores. 
No fue solo la fabricación en cadena lo que aporto el Ford T. Su creador había pensado un coche versátil, capaz de mil y una transformaciones. Hubo versiones runabout, roadster, touring, coupé, town car, sedán e incluso camiones livianos. Llego a existir un Ford T con cuatro ruedas motrices y adaptaciones que sustituían las ruedas delanteras por esquís y las posteriores por cadenas articuladas.